La práctica de la reducción de cabezas tenía originalmente un significado religioso, disminuyendo la cabeza de un enemigo se creía que se tomaba el espíritu de éste y se lo obligaba a servir al reductor, evitando que el alma regrese a vengar su muerte. Servía también como instrumento intimidante para enemigos, además de trofeo o talismán.
Para la reducción de la cabeza, los Shuar primero cortan la cabeza de su adversario. Luego, con un cuchillo, hacen un corte desde la nuca al cuello, tiran de la piel y la desprenden del cráneo, desechando el cerebro, ojos y demás partes blandas, además de los huesos.
El siguiente paso es meter la piel en agua hirviendo, a la que le añaden jugo de liana y otras hojas, lo cual evita el desprendimiento del cabello. Mantienen la cabeza sumergida durante unos quince minutos, ya que si lo hicieran más tiempo la cabeza podría ablandarse demasiado y posiblemente pudrirse.
A continuación, retiran la cabeza del agua; en ese momento está reducida a la mitad del tamaño original, y dejan que se seque. Una vez seca, raspan la piel por dentro para quitar restos de carne, y evitar el mal olor y la putrefacción; finalmente la frotan por dentro y por fuera con aceite de Carapa.
Una vez extraídos los materiales blandos y el cráneo, cosen el corte realizado en la nuca. También cosen los ojos y la boca, quedando la cabeza como una bolsa, a la que introducen una piedra del tamaño de un puño o el volumen equivalente en arena caliente.
Finalmente, la cuelgan sobre el fuego para disecarla poco a poco con el humo, a la vez que van dando forma al cuero con una piedra caliente. En este proceso la cabeza termina de reducirse. Después, retiran la piedra o la arena y tiñen la piel de negro. Tras el proceso, la cabeza reducida termina teniendo el tamaño aproximado de un puño, es decir la tercera o cuarta parte de su tamaño original.
Hoy en día se exhiben algunas de estas cabezas recolectadas en algunos museos, (Museo Pitt, Rivers, Oxford) e inclusive, algunos aprendices de Jíbaros (Shuar) lo practican fuera de las razones tradicionales.
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